El cerebro y el cuerpo están intrínsecamente unidos a través de complejos circuitos bioquímicos y neuronales que facilitan una comunicación mutua. Este intercambio de información ocurre de dos maneras principales: a través de los nervios periféricos, que transmiten señales desde y hacia todas las partes del cuerpo, y a través del torrente sanguíneo, transportando sustancias químicas como hormonas, neurotransmisores y moduladores.

En resumen:

  1. Los nervios periféricos permiten la comunicación entre cada rincón del cuerpo y el cerebro, desde músculos y articulaciones hasta órganos internos. Estas señales viajan hasta la médula espinal o el tallo cerebral, y eventualmente llegan a las cortezas sensoriales del lóbulo parietal y otras regiones.
  2. Sustancias químicas generadas por el cuerpo pueden alcanzar el cerebro a través de la circulación sanguínea, influyendo en su funcionamiento.
  3. El cerebro, a su vez, puede influir en todo el cuerpo a través del sistema nervioso autónomo y el sistema nervioso músculo-esquelético.
  4. El cerebro también produce y coordina la liberación de sustancias químicas, como hormonas, neurotransmisores y moduladores, que son liberadas en el torrente sanguíneo.
 

La interacción entre el cerebro y el cuerpo con el entorno es un proceso holístico. El cuerpo recopila información a través de los sentidos, como el oído, tacto, visión y más, proporcionando al cerebro información sobre el estado interno, ya sea de calma, nerviosismo o relajación.

Históricamente, en Occidente se consideraba al cerebro como un órgano aislado del cuerpo, donde todas las experiencias parecían estar confinadas en ese espacio cerebral. Sin embargo, la ciencia actual ha demostrado que esto no es así. El cerebro, que es el órgano con mayor demanda energética y alberga colonias de células inmunitarias residentes, está en constante comunicación con todo el cuerpo.

La microglía, por ejemplo, desempeña un papel fundamental en la neuroinflamación, actuando como células inmunitarias no diferenciadas. Pueden adoptar diferentes fenotipos, ya sea antiinflamatorios o proinflamatorios, influyendo en procesos como la neurogénesis, mielinización y conectividad neuronal.

Cuando el cerebro se inflama, puede señalizar al sistema inmune para generar una respuesta inflamatoria sistémica. Esto puede contribuir a condiciones autoinmunes si existe predisposición genética. Sin embargo, al abordar factores ambientales, podemos reducir la neuroinflamación y prevenir posibles patologías autoinmunes.

Para desinflamar el cerebro, se puede considerar el siguiente protocolo:

– Consumir omega 3 DHA para apoyar la salud cerebral.

– Incorporar quercetina presente en frutos rojos para regular la respuesta inflamatoria.

– Introducir curcumina de la cúrcuma como antiinflamatorio cerebral.

– Explorar ginsenósidos del ginseng para acciones antiinflamatorias.

– Considerar la crocina del Azafrán para regular el inflamasoma y reducir la neuroinflamación.

– Utilizar romero como adaptógeno.

Además, se sugieren prácticas como bailar, tomar sol en las mañanas, consumir alimentos naturales y fisiológicos, mantener buenos hábitos de sueño, respetar los ritmos naturales del cuerpo y practicar ejercicio físico consciente y regular.